Somos Télam

El 24 de marzo de 1976 no sólo marcó el comienzo del ciclo más oscuro y tenebroso en la historia de la República Argentina sino también inauguró un capítulo en la telecomunicación en la que la “pelota se manchó” por completo, a manera de contradicción de lo que planteó un tal Diego Maradona veinticinco años más tarde en su partido despedida.

El arranque de la Dictadura Cívico-Militar más sanguinaria que afectó al país hasta 1983 entregó, como dosis primarias, una serie de medidas encriptadas en comunicados de la Junta que solamente mencionaban prohibiciones.

El número 23, curiosamente, evidenció lo contrario y autorizó la difusión por TV de un partido que el seleccionado argentino de fútbol disputó ese mismo día en Polonia, en el marco de una gira de preparación por territorio europeo.

A sabiendas de que el deporte puede servir para distraer atenciones y tapar atrocidades que se cometen en otras esferas, el llamado Proceso de Reorganización Nacional que empezó ese miércoles de otoño permitió el levantamiento de la Cadena Nacional para emitir las alternativas del encuentro que, a más de 13 mil kilómetros de Buenos Aires y en la ciudad de Chorzow, el equipo dirigido por César Luis Menotti le ganó al representativo local por 2-1, con goles de René Houseman y Héctor Scotta.

“Se ha exceptuado la propalación programada para el día de la fecha del partido de fútbol que sostendrán las selecciones de Argentina y Polonia” rezaba el frío texto del comunicado, que el locutor Juan Vicente Mentesana leyó a la audiencia para justificar lo injustificable.

El amistoso, que continuó a un recordado 1-0 a Unión Soviética en Kiev donde Hugo Orlando Gatti fue figura bajo la nieve, se emitió por Canal 7. La televisión tuvo como enviado especial a Fernando Niembro, el mismo periodista que -tiempo después en 1990 y como vocero del expresidente Carlos Menem- anunció los indultos a los militares genocidas.

Otros representantes del periodismo argentino que vivieron “in situ” el triunfo albiceleste ante un rival que venía de alcanzar el tercer puesto en el Mundial Alemania ’74 fueron José María Muñoz y Julio César Calvo (por Radio Rivadavia), César Volco (por revista Goles) y Héctor Vega Onesime (por revista El Gráfico).

Los integrantes de la delegación se enteraron del Golpe de Estado por el anuncio del propio Muñoz, de excelentes vínculos con el ámbito castrense y responsable de darle la noticia a Pedro Orgambide, en aquel momento directivo de Boca y al frente de la nómina argentina.

“Yo me enteré del Golpe de Estado a través de Muñoz y él nos tranquilizó diciendo que, por suerte, no había desgracias personales ni derramamiento de sangre” recordó Orgambide, según reprodujo en el libro ‘Hechos Pelota’ (2008, Ediciones al Arco) el fallecido escritor y periodista Fernando Ferreira, quien jerarquizó la redacción de Somos Télam en su última experiencia laboral.

La irrupción del nuevo Gobierno provocó, lógicamente, resquemores entre los integrantes del plantel argentino. Uno de los más preocupados resultó el luego goleador del Mundial ’78, Mario Kempes, quien entendió de inmediato que el Golpe “significaba algo terrible”, de acuerdo a lo revelado por el citado texto.

“Todos estábamos muy preocupados, no únicamente Kempes y yo, como tantas veces se dijo. Nos fuimos del país con un gobierno democrático y cuando regresamos era todo diferente. Teníamos mucho miedo a todo, a lo que fuera, una guerra civil, por ejemplo” recordó tiempo atrás a Página 12 el goleador Scotta.

El reconocido periodista Enrique Macaya Márquez, quien por aquel entonces se desempeñaba en Canal 7, a cargo de la emisión del partido, reveló algunos de los entretelones de lo ocurrido ese día.

“Ese 24 de marzo se decidió que los canales no emitieran nada, sólo la placa identificatoria de cada canal. Levantaron la restricción para trasmitir el partido. Cuando llegué al canal, todavía en el edificio Alas, no había nadie”, sostuvo el experimentado comentarista.

“En cuanto pudimos tomamos contacto con Fernando Niembro que era nuestro enviado. Estaba muy preocupado por su familia, en especial por su padre Paulino, sindicalista y vicepresidente de la AFA y naturalmente apoyaba al gobierno derrocado. Le comenté cómo estaba la situación en el país y le pedí que hiciera el relato tranquilo. Fue puro instinto porque nadie nos dijo nada oficialmente”, amplió Macaya.

Lo cierto es que en aquella jornada en la que se impuso la Selección, el resto de la Argentina “perdió por goleada”. Y la pelota “se manchó como nunca”.