Por: Pipo Rossi
Se celebra el Día de la Patria conmemorando el 25 de mayo de 1810, cuando se conformó el primer gobierno criollo en el Cabildo de Buenos Aires, pasando del virreinato a las Provincias Unidas del Río de la Plata, que entonces incluía a Paraguay, Uruguay y parte del actual territorio de Bolivia. El 17 de mayo de 1810 cae la Junta Central que había nombrado a Cisneros.
En los días siguientes los conspiradores movilizaron las milicias y convocaron al pueblo a un Cabildo Abierto; proponían destituir al virrey.
Los españoles no pudieron evitar que el 25 de mayo de 1810 se formara la Primera Junta de Gobierno.
El 25 de mayo de 1810 es una de las fechas más importantes de la Historia Argentina.
Y también una de las circunstancias más difíciles que nuestro país se vio obligado a enfrentar ya antes de nuestra independencia.
Para 1810, lo que después se convertiría en la Argentina formaba parte del Virreinato del Río de la Plata, bajo dominio español desde 3 siglos antes.
Después de tan larga etapa, los criollos americanos, descendientes de los españoles de la Conquista, estaban tomando conciencia de su propia fuerza: estaba naciendo la identidad nacional.
A principios del siglo XIX, España, debilitada y en decadencia, fue invadida por el poderoso ejército francés de Napoleón Bonaparte, quien derrocó al rey Fernando VII y lo reemplazó por su hermano, José Bonaparte.
Con el Rey Fernando VII prisionero de los franceses desde 1808 y el territorio español ocupado casi en su totalidad por el ejército de Napoleón, la Madre Patria se quedó sin gobernantes y la ambición de Napoleón pareció no encontrar quien la frenara.
Este era uno de los peligros más graves: la muy probable agresión de la Francia napoleónica, agravada esta posibilidad por la ausencia de autoridades en España que pudieran defender estas tierras (lo que ya se había podido comprobar durante las Invasiones Inglesas de 1806-1807).
Ante la ausencia del Rey, en la propia España se formaron juntas, formadas por los principales vecinos, para gobernar en su nombre hasta que regresara.
Muchos argentinos ignoran que estas fueron las reales causas que rodearon a las Jornadas de Mayo de 1810.
Existía un peligro real en las intenciones expansionistas de Napoleón, y se presentaba como necesario e imperativo solucionar este problema, no separándose de la autoridad del Rey, pero si formando una Junta que protegiera estas tierras de los deseos expansionistas franceses.
El Cabildo del 22 de mayo, en el cual la mayor parte de los vecinos asistentes votaron la destitución del Virrey, y la fuerte decisión del Ejército y de sus jefes, con Saavedra a la cabeza, determinaron la constitución de la Junta del 25 de mayo, verdadera muestra de la madurez política de los criollos.
Con ella, se tomaron las riendas del Virreinato del Río de la Plata para gobernarlo en nombre del Rey prisionero hasta su regreso.
Porque detrás de las Jornadas de Mayo no debemos olvidar a las figuras que, en estos momentos particularmente difíciles para la Patria, se jugaron el todo por el todo, conscientes de la importancia del momento que protagonizaban.
Nuestros próceres fueron hombres de carne y hueso con sentimientos iguales a los nuestros, que desde sus lugares y haciendo lo que debían hacer, no dudaron en luchar por garantizar la seguridad de sus conciudadanos.
Cornelio Saavedra, Jefe del Regimiento de Patricios y uno de los héroes de las Invasiones Inglesas, Manuel Belgrano, oficial del mismo regimiento y futuro creador de la bandera, Juan José Castelli, uno de los abogados más prestigiosos de Buenos Aires, y tantos otros, fueron los héroes de Mayo, aquellos que no dudaron, ante el peligro creciente que devoraba a la Madre Patria, en tomar las decisiones adecuadas para preservar al Virreinato, y por lo tanto, al futuro territorio argentino.
Su actitud es la mejor muestra de que cuando argentinos patriotas y valientes se comprometen a sacrificarse por el bien de la Patria, es posible sacar al país de las peores crisis. Y nada mejor que su enseñanza para demostrarnos que en estos tiempos tan difíciles se puede imitar sus gestos y sus hechos, para de una vez por todas mirar a las demás naciones del mundo con orgullo y escuchar de ellas el justo reconocimiento inscripto con letras de gloria en el Himno nacional:
“Al gran pueblo argentino, salud”.