Por: Pipo Rossi
A 55 años de la “Noche de los Bastones Largos”, repudio aquella agresión de la dictadura de Onganía contra la libertad de pensamiento y defendemos el derecho a una educación gratuita y de calidad para todos.
El 29 de julio de 1966 la dictadura militar encabezada por Juan Carlos Onganía decretó la intervención de las universidades nacionales, ordenando a la policía que reprimiera a estudiantes y profesores de cinco facultades de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Durante la denominada “Noche de los Bastones Largos”, la dictadura detuvo a 300 personas y dejó cientos de heridos.
La destrucción alcanzó los laboratorios y bibliotecas de las altas casas de estudio y la adquisición más reciente y novedosa para la época: una computadora. Se produjo la mayor “fuga de cerebros” de nuestra historia: 1.378 docentes renunciaron o se fueron del país exiliados; unos 301 emigraron ( 215 eran científicos y 86 investigadores en distintas áreas). De ese modo, se inició el éxodo de científicos y la supresión de los centros de estudiantes.
Los hechos más recordados se desarrollaron en el edificio de la calle Perú al 222, en la histórica Manzana de las Luces, que en ese momento ocupaba la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.
También hubo represión en otros sitios, como la Facultad de Filosofía y Letras en su antigua sede de Independencia 3065, y la Facultad de Arquitectura, en ese momento con dependencias en el predio del actual Centro Municipal de Exposiciones de la Avenida Figueroa Alcorta. Las autoridades, docentes y alumnos que concurrían a dichas instituciones educativas resistieron la decisión del gobierno militar.
La Reforma Universitaria de 1918, ocurrida en la Universidad de Córdoba y luego extendida al resto del sistema universitario, generó un movimiento que impulsó grandes adelantos, como por ejemplo que se concursaran periódicamente los cargos de profesor (que hasta ese momento eran vitalicios), la separación definitiva de la Iglesia y la universidad; y la participación estudiantil en el gobierno universitario. Este proceso, surgido en épocas de la presidencia de Hipólito Yrigoyen, buscaba facilitar el acceso de los sectores medios a la educación universitaria.
La llegada del peronismo al poder en 1946, favoreció el surgimiento, en el sistema educativo universitario, de los primeros atisbos de una educación superior masificada. En 1949 se estableció la gratuidad de los estudios universitarios mediante la supresión de todos los aranceles, lo que derivó en que en una década se triplicara la matrícula universitaria.
En 1955, la autodenominada Revolución Libertadora derrocó al gobierno constitucional y determinó un nuevo marco jurídico para las universidades, que permitió implantar la autonomía y el cogobierno.
La UBA aprobó su Estatuto Universitario en 1958, el cual rigió hasta la “Noche de los Bastones Largos”.