Con el flamante estreno de su segundo disco, "Bien o mal", el rapero argentino Trueno transita la dualidad entre esos estados que marcan el pulso de su nueva obra y eleva la voz y el tono como “vocero de una nueva generación” que se "organiza y lucha".
Con el flamante estreno de su segundo disco, "Bien o mal", el rapero argentino Trueno transita la dualidad entre esos estados que marcan el pulso de su nueva obra y eleva la voz y el tono como “vocero de una nueva generación” que se "organiza y lucha" .
Con los pies plantados en el barrio de La Boca pero con los ojos mirando el paisaje latinoamericano, Mateo Palacios Corazzina, este rapero de 20 años que saltó de las competencias de Freestyle en las plazas porteñas a los escenarios y las grabaciones desde su primer disco llamado “Atrevido”, continúa con el legado cultural de un barrio “dulce pero asesino, de artistas y malandrinos” donde “nació un Trueno, entre flores y lluvias de veneno” como declama su padre Pedro Peligro en “Hoop Hoop”, la canción que inaugura el repertorio.
En una charla con Télam, el protagonista habló sobre esta nueva etapa musical que abre “Bien o mal", donde hay algunas colaboraciones ya conocidas por el público como las de Duki (“Panamá"), Bizarrap & Randy (“Jungle”) y otras inéditas hasta hoy como las que concretó con Nathy Peluso en “Argentyina”, con Victor Heredia en “Tierra Zanta”, y dos más que serán reveladas en los próximos meses con colaboradores que confirmarán “el paso de la música argentina en el mundo”.
“El anterior tenía un sonido súper digital y sucio, un sonido de barrio, con un micrófono trucho. Yo creo que fue la consolidación de mi identidad. En las batallas ya sabían que yo era el hijo de Pedro, que estaba en La Boca y que me había criado con Comuna 4. Si querés saber quién soy alcanza con escuchar ‘Atrevido’ porque están ahí las respuestas sobre quién soy, qué pienso, de dónde vengo y cómo me crié”, sostuvo.
Para Trueno, este nuevo disco representa “el paso siguiente” después de un tiempo donde todavía alternaba entre las batallas y los escenarios: “Ya no soy el freestyler, el que batallaba, el competidor. Soy un músico argentino y un vocero de la nueva generación”, añadió el ex campeón nacional de Red Bull Batalla y FMS Argentina, hoy consolidado como una artista del hip-hop local capaz de mezclarse también con otros géneros urbanos como el trap o el reggaetón, aunque sin perder la lealtad por una cultura que prometió enarbolar hasta el último día.
“La dualidad del disco surgió cuando llegamos a la mitad de la grabación, porque había salido así el mensaje, con temas que van tanto para uno como para el otro concepto. Empieza del lado del mal, con la necesidad de gritar, hacer ruido y tratar de generar un cambio mediante la lucha y junto con toda la gente que tenemos atrás que es la juventud de nuestro país. Y con ellos también llegamos hasta la celebración. Se trata de protestar y luchar, y después festejar que lo logramos”, agregó.
-¿Qué paradigmas estás buscando romper ahora con esta nueva obra, que trae canciones como “Fuck el policía" que traen un guiño al clásico de N.W.A.?
-La música es nuestro medio de expresión, nuestro medio de protesta y a la vez de diversión. Es nuestro medio de comunicación en esta sociedad para decir lo que queremos y de la manera que queremos. Y así lo vamos a seguir haciendo, le guste a quien le guste, porque hay muchas realidades e injusticias por las que sufrimos, lloramos, festejamos, gritamos y saltamos.
-¿Cuándo empezaste a sentir que ocupabas el rol de “vocero” dentro de tu barrio?
-Me di cuenta del peso que tiene el mensaje que estamos dando, lo que estamos diciendo y todo lo que conlleva nuestro arte después de sacar el primer disco “Atrevido”, y después de que La Boca nos haga reverencia, nos diga gracias por esto, gracias por lo otro, por nombrar a los pibes y por el tema “Azul y Oro”. Fue ahí que nos empezamos a dar cuenta que lo que a mí me pasaba también le estaba pasando a un montón de otras personas, y que mi música también podía ser un medio para que aquellos que sienten y viven lo mismo puedan expresarse. Y no solo las del barrio de La Boca, que es desde donde hablo, donde me críe y nutrí, el barrio donde nací. El mundo está lleno de barrios con gente que se identifica a su manera con lo que contamos. Este nuevo disco toma esa noción del mensaje que estamos dando, ya no solamente sobre el barrio de La Boca sino desde Argentina hacia Latinoamérica y el resto del mundo, sin fronteras, ni comunas, ni nada. Porque primero somos latinoamericanos y después somos de esta parte del sur de Latinoamérica que es Argentina.
-Las canciones de “Bien o mal” tienen mucha potencia y crudeza. ¿Era importante para vos dejar un registro de esta voz generacional para la posteridad?
-Exactamente. Y decir "si yo pienso esto, ¿por qué no lo voy a decir?". Voy a tener gente conmigo, gente que no esté conmigo, voy a tener problemas y consecuencias, ¿pero si no a qué vinimos? ¿A cumplir las reglas como quieren que hagamos? No, nosotros somos las reglas, nosotros decidimos qué decir, cuando decirlo y por qué decirlo.
-¿Esperás algún ataque por reivindicar la figura de Santiago Maldonado, las consignas de Memoria, Verdad y Justicia y condenar la represión policial?
-Son mis enemigos favoritos, porque es justamente la gente que no quiero que sean mis amigos. Así que estamos contentos. Y es buenísimo que haya un tema como “Tierra Zanta" que habla de la dictadura que no vamos a permitir que pase nunca más. Por más que la policía nos quiera agarrar, desaparecer o secuestrar que hagan lo que quieran, la música habla por nosotros. Además, canta Víctor Heredia, que es una persona que sufrió la dictadura a flor de piel. Es un verdadero vocero de una generación que sufrió mucho más que la mía. Gracias a personas como él, a Mercedes Sosa, al rock y el folclore argentino, hoy sentimos una seguridad para decir lo que queremos. Si ellos se hubieran callado, habría ganado lo gubernamental y lo militar con el silencio y el poder. Pero hoy el poder lo tenemos nosotros en la música, que es una vibración del mundo, que sin ella sería una depresión. La gente habla, protesta, escupe y gana mediante la música. Y no nos pueden hacer nada, porque libertad de expresión va a haber siempre.
-Entre las colaboraciones que se revelan con la salida del álbum está la que hiciste con Nathy Peluso (“Argentina”) con dos perspectivas muy distintas sobre la identidad argentina
-Creo que fue la única canción que hice a la distancia. La hicimos con Fede Vindver, un productor argentino que vive en Estados Unidos, un ‘king’ de la producción musical que trabajó con Kanye West y Dr. Dre. La hicimos para conectar con lo anglo y con los argentinos que están afuera. Siento que Nathy le dio otro color a la canción en base a lo que le pasaba a ella con el país por haber tenido que emigrar durante la crisis del 2001. Le dije que era su espacio y que hiciera lo que quisiera. Escribió sus partes y me mandó un montón de cosas. Le aportó dulzura y nostalgia, porque vive en España y viene cada tanto, mientras que yo apelé a mi lado más contestatario por vivir acá, poniéndole el pecho y caminando la calle todos los días.
-Es un disco donde tu familia estuvo muy presente y es justamente tu papá Pedro Peligro quien abre el álbum como la voz invitada de “Hoop Hoop”, donde te llena de elogios.
-También está mi madre que aportó algunos coros como en “Tierra Zanta" y que fue súper importante, al igual que mi tía que toca el bajo. Todavía me quedan más familiares para meter en los próximos discos, pero en este disco tenía que estar Pedro, que es parte de todos mis shows al igual que yo lo era en los suyos. Le dije que hiciera una letra para el disco y agarró esta que grabé en la cuarentena con un estudio que armamos con lo que pudimos. Él es mi "coach", fue mi entrenador durante toda la vida, me enseñó muchas de las cosas que yo sé. Antes tocábamos juntos para 15 personas y ahora tocamos para 50.000, y seguimos estando juntos en el escenario. El mensaje que yo llevo tiene mucha influencia de Comuna 4, que cantaba contra Mauricio Macri en el 2006 cuando era el presidente de Boca Juniors. Era un mensaje muy consciente, que salía de la protesta, pero sin mandar a la mierda a nadie. Solamente estábamos hablando de lo que nos pasaba.