El histórico regatista argentino, ganador olímpico de dos medallas de bronce y una de oro, fue relevo del fuego sagrado entre atletas legendarios. “Esto se junta con el retiro, es la primera vez que lo vivo desde afuera y no con esa sensación de representar al país”, dijo.

Auque ahora no competirá como tantas otras veces Santiago Lange igual estuvo bien cerca de la delegación argentina en París.

Es que el experimentado regatista, ganador de dos medallas de bronce (Atenas 2004 y Beijing 2008) y un oro (Rio 2016), formó parte de los atletas legendarios que llevaron la antorcha y se la pasaron de mano en mano por la Villa Olímpica.

Lange, abanderado nacional en Tokio 2020, no pudo clasificarse para competir en esta edición y por eso la plaza albiceleste fue ocupada por Mateo Majdalani y Eugenia Bosco.

“Tenemos un equipazo, toda la vela. Yo soy un gran fan de Mateo y Eugenia. Mateo fue nuestro entrenador, le debo un montón. La medalla de Río 2016 es parte de él. Mi gran sueño es que gane una medalla”, aseguró Lange, de 62 años, en declaraciones a TyC Sports.

Agregó: “Esto se junta con el retiro, es la primera vez que lo vivo desde afuera y no con esa sensación de representar al país. Lo veo desde el lado positivo, no miro para atrás. Pero no deja de generarme muchísimas emociones y lindos recuerdos”.

Por último, señaló: “Tener la llama en las manos y representar la paz entre los pueblos es algo súper importante, más allá del deporte. Trato de estar lo más cerca posible de los atletas argentinos. El olimpismo iguala a todos. En la Villa Olímpica hay un espíritu de igualdad y un amor por el deporte”.