Por: Jorge Omar Barrera – FM Municipal Cutral Co
Fue un domingo diferente de una semana interminable: tres equipos llegaban con posibilidades de ser campeones patagónicos y lograr el pasaje a la Liguilla Pre-Libertadores 85/86.

Huracán de Comodoro Rivadavia, Cipolletti que se enfrentaban entre ellos y Alianza de Cutral Co vs el único eliminado, Pico Fútbol Club de La Pampa.

Fue una semana de ansiedad, de jugar con los resultados y de luchar con los recuerdos que muchas veces dominan la mente y venía a casi la mayoría la imagen de aquel Alianza 1- Santa Rosa de La Pampa 1, cuando a minutos del final Marcelo Fuentes de gran trayectoria puso el 1 a 0 para “El Gallito de La Patagonia” que le daba la chance para jugar por un lugar en el viejo nacional de fútbol creado allá por 1967 por Valentín Suárez donde debía dirimir el pase con San Lorenzo de Río Gallegos.

Pero el festejo, la inocencia, la inexperiencia de todos, el estar a segundos de tocar el cielo con las manos llevó a los jugadores de Alianza a festejar ese gol en su propio campo, por aquel entonces Alianza hacía de local en la cancha de Plaza Huincul, el llamado del árbitro, los jugadores que seguían festejando hasta más no poder y el árbitro, porque los jugadores habilitaban, dio el pase para que Santa Rosa Moviera y Nicollier empatara en pleno saque el partido. De la Alegría a la tristeza en solo cuestión de segundos.

La gente (ante una cancha repleta que lloraba), la vuelta a Cutral Co muchos carnet de socios rotos por la desazón sobre las vías del ferrocarril. Corría un 6 de Febrero del 83 y la tabla de posiciones, se puntuaba de a dos por partidos ganados, dejaba a Santa Rosa clasificado con 12, Alianza con 10, y más atrás se ubicaban sin chances Cipolletti, Racing de Castex y Alicopa de Bariloche.

Una herida profunda para cicatrizar en tan poco tiempo, por eso la semana previa al domingo 13 de Febrero fue cargada de nerviosismo, ansiedad, de aquel recuerdo imborrable, si por la tarde la imagen era parecida a aquella del 83, estadio repleto a mas no poder, Alianza que empezó ganando y se consagraba Campeón Patagónico, y llego el empate y el segundo de Pico y los relatores cambiaban a medida que los resultados variaban, en un momento Alianza era el campeón, después lo era Cipolletti, en un momento lo era Huracán de Comodoro Rivadavia. La historia parecía repetirse.

A tal punto que la tabla termino complicadísima: Alianza 8, Cipolletti 7, Huracán 6 y Pico, sin chances, 3.

Alianza venía con un gran envión anímico el de haber vencido de local al equipo que siempre fue su “Karma”: Cipolletti por 3 a 0 y no hubo quien pensara que Pico sin posibilidades venía entregado, pero ese domingo se jugaron “Todo” especialmente Doroni, Almada, Vasilchick que jugaron como una final del mundo.

Era un partido no apto para cardíacos si hasta Fontanarrosa podría haber tomado parte del mismo, en aquel famoso cuento 19 de Diciembre de 1971: varios en la tribuna fueron “El Viejo” Casale, aquel que murió de un infarto en un estadio de fútbol. Y era lo que podía pasar, especialmente cuando Alianza había agotado todos los cambios y se lesiono el arquero Tomás Quiroga que en el minuto final en una pierna le sacó una pelota tremenda a Almada sobre la ratonera del palo derecho del arco que da al Barrio 25 de Mayo, que de haber entrado otra vez hubiese dejado a Alianza con las manos vacías.

Con el Pitazo final se desató la alegría, el abrazo en las tribunas, en las plateas, con desconocidos como si fuesen amigos de toda la vida; los festejos que duraron horas por las calles céntricas de la comarca Petrolera porque Alianza era campeón Patagónico y llegaba a un torneo de AFA de carácter oficial.

¿Nombres, resultados, y otros etcéteras? Imposible. Ya lo hicimos varias veces, hoy buscamos variar esa modalidad para expresar el sentimiento a flor de piel de un estadio repleto y no se trata de vivir de recuerdos, sino de no olvidarse de los orígenes porque quien lo hace reniega de su propio pasado y todos tenemos uno y tampoco para hacer comparaciones, sino para hacerle un reconocimiento a aquellos campeones patagónicos, los que están, los que se fueron, los que no conocen la historia por su juventud.

Para uno la historia empezó a escribirse un 12 de enero del 86 ( el regional era 85/86) en aquel partido por la primera fecha con Huracán de Comodoro Rivadavia en el “Coloso del Barrio Ruca Quimey, cuando se jugó el partido más largo que uno haya imaginado que empezó a las 20 y termino a las 0, por el viento, la lluvia intensa, el corte de luz , por todo lo que se atajó esa noche Llesona el arquero visitante hasta que Kawakami el primer japones en jugar en el fútbol Argentino ejecutó un tiro de esquina desde el sector izquierdo sobre el arco que da al Barrio 25 de Mayo y marco un gol Olímpico para el uno a cero, cuyos dos puntos fueron fundamentales más allá de las fechas siguientes, sino saque cuentas y allí tomará la dimensión de lo que valió esa conquista.

Alegría, desazón, tristeza, ansiedad, inquietud, incertidumbre, hasta el final de lágrimas y abrazos festejando el Campeonato Patagónico, después vendría otra historia, una fase más, y luego el sorteo donde el bolillero marcó Boca Juniors, pero esa será otra historia para más adelante.

Este artículo en homenaje a los campeones patagónicos, a todos sin excepción, a los que siguen estando, a los que ya no están, a los que jugaron la mayoría de los partidos, a los que jugaron pocos minutos, a los que solo integraron la lista de buena fe, porque todos ellos más los dirigentes, más los simpatizantes empujando de afuera hicieron que Cutral Co empezara a ser reconocido a nivel nacional.