Imagen
Las visiones difieren obviamente si se trata de la óptica oficial que intenta generar euforia entre sus militantes para insuflar confianza entre los electores independientes y los que simpatizaron con su proyecto para permitirle llegar a la presidencia. Y, si es posible, generar nuevos votantes porque, efectivamente, el acuerdo es un espaldarazo político de cara a las elecciones de octubre. ¿Por qué?, porque tiene 4 años y medio de gracia. Es decir que recién se empezará a devolver en el segundo año de la próxima gestión dejando "afuera" las dos próximas elecciones: la legislativa de este año y la presidencial de 2027.


Para el Gobierno, “es irrelevante” lo que ocurra el primer día de flotación. El ministro de Economía, "Toto" Caputo aseguró que “no nos importa lo que pase el primer día porque estamos convencidos de la sustentabilidad del plan".

Habrá que ver si se cumple aquella máxima que dice que cuando un ministro de Economía argentino afirma que no va a devaluar finalmente devalúa. ¿Qué es la devaluación?, el aumento del precio del dólar ante el peso argentino. Dicho de otra manera, el viernes un dóalr valía 1.097 pesos. Dicho de otra manera, y como referencia general, la devaluación será del porcentaje del aumento por arriba de esos 1.097 pesos.

Y allí, vienen los otros análisis.

En la city porteña, sin embargo, nadie descarta que el peso sufra un salto devaluatorio significativo de entrada. La consultora EcoGo estima que podría haber un “salto” del 20% o 30% en la cotización oficial, lo que llevaría el dólar posiblemente a testear la zona alta de la banda (cercana a $1300).

Algunos otros estudios más conservadores hablan de un dólar a 1.250 pesos, es decir con una devaluación del orden del 15%.

El tema es cuánto de esa devaluación irá a precios en un momento donde la inflación se recalentó y llegó a 3,7% en marzo. Abril ya había empezar acelerado y con este empuje podría superar la de marzo. En rigor de verdad, la convertibilidad fue más eficiente para bajar la inflación que el actual modelo.

En cualquier caso, los técnicos del Banco Central prevén volatilidad inicial: dejarán flotar para “leer” el mercado y solo intervendrán si la cotización se desboca muy por encima de lo previsto. Traducido: creen que el rango establecido es suficientemente holgado y que cuentan con munición de sobra (dóalres de respaldo) para mantener al dólar a raya dentro de esos límites.

Más allá de la puja entre mercado y gobierno, un dato es claro: a partir del lunes desaparece la brecha cambiaria entre dólar oficial y paralelo. Con el cepo, esa brecha había llegado a niveles superiores al 100%. Ahora, al unificarse prácticamente el mercado, el dólar “blue” dejará de tener razón de ser o debería alinearse muy cerca del oficial aunque en otras experiencias similares (nunca son iguales) como el "blindaje" de De la Rúa o la flotación sucia con la tablita de Martínez de Hoz, terminaron en fracasos.
Y cabe señalar que también las poplíticas de liberación total del emrcado de cambios, como en el gobierno de Mauricio Macri, también terminaron mal (en este caso puntual con cepo).

El Gobierno de MIlei anticipa que la brecha “debería desaparecer en corto plazo”. Esto traerá cierta transparencia de precios e igualdad de reglas: empresas importadoras ya no tendrán que mendigar dólares baratos al Estado ni los ahorristas pagar un sobreprecio en el mercado negro. También implicará que cualquier fluctuación del dólar se sentirá de lleno en la economía real, para bien o mal. Hasta ahora, muchos precios internos ya se basaban en el dólar libre; pero otros (como tarifas reguladas) iban rezagados. Al converger los tipos de cambio, Argentina ingresa en un experimento de “dólar libre” que no probaba desde hacía décadas en contextos de alta inflación. Hay optimismo oficial y entre inversores de que esta unificación terminará con distorsiones y recuperará la confianza, aunque en el corto plazo genere sobresaltos.