Los últimos ataques armados contra viviendas en Cutral Co y Plaza Huincul han sido más violentos y, por sobre todo, mucho más peligrosos. Ya no tiran contra las paredes de la casa a modo de advertencia, sino contra las ventanas y es el azar el que define dónde termina el plomo.

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Por ahora no hubo muertos ni heridos. Pero la realidad indica que ha sido cuestión de suerte.

Las crónicas policiales mostraban hasta hace unos años atrás que, cuando alguien intimidaba a otro vecino, los disparos iban dirigidos a las paredes del frente de la vivienda. Eso parecía considerarse suficiente para la intimidación y vaya si lo era…

Pero se evitaban las puertas o ventanas para, justamente, no herir o matar a alguien.

Y eso hasta tenía una explicación judicial: la pena no es lo misma para un abuso de armas, que cuando hay un intento de homicidio o cuando se produce el homicidio. Quienes tienen problemas con la Ley, por decirlo de algún modo, lo saben.

Por eso llama poderosamente la atención está decisión de tirar “a ciegas” a través de una puerta o de una ventana, donde la posibilidad de matar es muy concreta y evidente.

Y la decisión se ejecuta sin miramientos: el martes pasado a las 21,40, ni siquiera en la madrugada donde hay menos movimiento de vecinos, dos hombres en motocicleta abrieron fuego sobre un departamento del bloque C4 del barrio Mosconi.

Era la hora de la cena y en el interior había una pareja y sus tres hijos, es decir cinco blancos posibles. Tres balazos ingresaron por una ventana y los plomos quedaron en una de las paredes de una habitación. Afortunadamente, no hubo heridos… de casualidad no hubo heridos.