La semana de Mayo, el 25 de Mayo, no fue producto de un día ni de un arrebato. Para Felipe Pigna fue el final de un proceso que había comenzado con la misma llegada de los españoles a América.

Todo se dispara a partir de 1.808 cuando Fernando VII fue depuesto por Napoleón Bonaparte y reemplazado por su hermano José Bonaparte como rey de España.

En respuesta a la invasión francesa, se creó en España la Junta Suprema Central para gobernar en nombre de Fernando VII. Pero esa Junta Suprema Central fue derrotada por los ejércitos napoleónicos en enero 1810, y su disolución fue una noticia que llegó al Virreinato del Río de la Plata.

Esa novedad fue “ocultada” por el Virrey Cisneros. Hasta que en mayo de 1.810 gana las calles porteñas a través de un diario en inglés que llega al puerto en el buque de guerra británico Mistletoe, y todo se acelera. El viernes 18 de mayo, el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros pidió al pueblo del Virreinato que no traicione a la Corona y se mantenga fiel a España.

El 19 de mayo era sábado. Esa jornada todo comenzó al alba. Cornelio Saavedra y Manuel Belgrano se reunieron con el alcalde Lezica y Castelli con el síndico Leiva. Le solicitaron al Virrey convoque a un cabildo abierto para tratar sobre lo acontecido en España y sus repercusiones en estas orillas del Plata. Cisneros, de mala gana, accederá. Sobre todo porque le dejaron en claro: “si no es convocado, lo haría por sí solo el pueblo o moriría en el intento”. (Ampliaremos)