Por: Fernando M. Croxatto, obispo de Neuquén
A 26 años de la Pascua de nuestro querido primer obispo Don Jaime Francisco De Nevares, como Iglesia Diocesana de Neuquén deseamos recordarlo y pedirle a Dios, Padre-Madre de todos los Pueblos, que nos anime a corazonar su mensaje y testimonio de vida.
En este momento tan difícil que nos toca vivir, en el que caminamos junto a todo el pueblo neuquino, queremos reflexionar profunda y verdaderamente sobre cómo nos animaría Don Jaime a transitar este tiempo tan complejo para nuestro pueblo, para todo nuestro país, para el mundo entero, haciéndonos eco de su ejemplo de vida.
Hay violencia cuando la sociedad se siente y vive dividida por sectores sociales, cuando se excluye y desoye a los vulnerados, cuando la economía y que cierren los números, está por encima de la vida y dignidad de las personas y los pueblos, cuando el poder, esclaviza la mirada y se utiliza para imponer y dominar; cuando se discrimina al otro por su lugar de origen, género, educación o por haber estado preso. Cuando no se tolera al que es o piensa distinto cayendo en fundamentalismos que impiden la comunicación, el diálogo y el encuentro humano.
Hoy más que nunca, amerita la frase de Don Jaime, que decía "El amor de Cristo nos apura". Para ver a Cristo en el hermano y la hermana que sufre en medio de esta pandemia que azota sin dar tregua. Para acercarnos a quienes son víctimas de injusticias que socavan la dignidad de una sociedad atravesada por el desconcierto y la indiferencia. Para ver y compadecernos de tantas situaciones de violencia.
Hoy, ante el femicidio de Agostina, decimos no a la violencia de género y pedimos a los gobernantes y a todas las organizaciones sociales que podamos unirnos en la búsqueda de soluciones efectivas, haciendo cumplir las leyes y solicitando que haya responsabilidad en el manejo de programas que den soluciones concretas a la pandemia de la violencia de género. Asimismo, hoy decimos no a la violencia del hambre, que tiene al 49% de los niños de entre 2 y 18 años padeciendo déficit alimentario; cifra que sube al 60% en los chicos y las chicas de entre 6 y 10 años en nuestro país.
Jesús nos ha dicho ‘vivan en el amor'. Cuánta violencia se evitaría si viviéramos sin indiferencia, especialmente ante el hermano o la hermana que sufre. Cuánta violencia evitaríamos si la primera opción fuera acercarnos, escuchar, ponernos en el lugar del otro, esforzarnos en comprenderlo, con un respeto profundo.
Podemos construir desde lo que parece muy simple. Don Jaime se hacía tiempo para escuchar y comprender la situación del otro y gastaba su tiempo sin prisa, simplemente estando con el corazón atento.
“Mi tiempo es de la gente”, solía decir. En las situaciones de conflicto o violencia su presencia y su palabra eran para cultivar el diálogo y el entendimiento necesario, buscando activamente lograr la paz que surge de la justicia y la verdad. Comprometía su vida entera para hacer suyos los reclamos de los vulnerados. Se hacía uno con ellos; no solo le ponía su tiempo.
Su testimonio nos invita a amar más y mejor, de manera concreta, sencilla y sincera. A entregarle tiempo al hermano y escucharlo, a hacernos presentes para evitar toda forma de violencia y avasallamiento de la dignidad de las personas.
En medio de una sociedad que muchas veces hace de la violencia, el agravio y la ofensa una manera cotidiana de comunicarse y relacionarse, la propuesta es no sumarnos a las expresiones o actitudes generadoras de violencia en nuestros contextos, unirnos para enfrentar la adversidad y hacer públicas las injusticias. Promovamos la escucha, el diálogo y la cercanía en los conflictos, sin condicionamientos de ningún tipo, solo teniendo por delante la búsqueda de un bien común superador.
Que la participación y el trabajo en redes con otros actores sociales, nos ayude a alcanzar la amistad social y promover en nuestras comunidades y ambientes, la formación para el ejercicio de una ciudadanía activa, comprometida, creativa y generadora de oportunidades, para sostenernos en la justicia y la Paz.
Que las palabras de Don Jaime, en su bendición final, nos animen y sostengan en estos tiempos tan complejos: “… Tata Dios nos pide coraje, que no nos achiquemos…”.
Fernando M. Croxatto, obispo de Neuquén
Pastoral Aborigen, Pastoral de Animación, Pastoral Carcelaria, Pastoral de la Caridad, Pastoral de Comunicación, Pastoral Económica, Pastoral de Juventud y Vocacional, Pastoral de Migraciones, Pastoral Misionera, Pastoral Rural, Pastoral de la Salud, Pastoral Social, Equipo Laudato Sí’.