Tras dos años sin celebración pública por la pandemia, el regreso a la tradicional celebración estuvo marcado por la guerra en Europa del este. El Papa pidió que se sigan "proyectos de paz" e invitó a una familia rusa y a una ucraniana a participar juntas de la ceremonia.
Por Hernn Reyes Alcaide corresponsal en Roma
El papa Francisco pidió este viernes que "los adversarios se den la mano" y que se sigan "proyectos de paz", al encabezar en el Coliseo Romano el tradicional Vía Crucis para el que además invitó a una familia rusa y a una ucraniana a participar juntas de la ceremonia.
"Tómanos de la mano, como un Padre, para que no nos apartemos de ti; convierte nuestros corazones rebeldes a tu corazón, para que aprendamos a seguir proyectos de paz", pidió el pontífice durante la celebración que encabezó frente al histórico monumento de la capital italiana.
"Lleva a los adversarios a darse la mano para que gocen del mutuo perdón, desarma la mano levantada de su hermano contra su hermano para que donde haya odio florezca la armonía", agregó luego el Papa durante una celebración que estuvo marcada por el conflicto abierto tras la invasión rusa hace más de 50 días.
El conflicto entre Ucrania y Rusia estuvo también presente en la estación 13 de la celebración, en la que los textos fueron escritos por una mujer de cada país, Irina y Albina, que luego cargaron juntas y en silencio la cruz junto a sus familias.
La ucraniana, Irina, es enfermera en el centro de cuidados paliativos 'Together in Care' de la Fondazione Policlínico Universitario Campus Bio-Medico de Roma, y la rusa, Albina, es una estudiante de la carrera de enfermería del Campus Universitario Bio-Médico.
En la meditación conjunta, las dos mujeres aseveraron que "de frente a la muerte, el silencio es más elocuente que las palabras" y pidieron "que cada uno, en su corazón, rece por la paz en el mundo".
En el texto preparado, pidieron que "las familias destruidas por lágrimas y sangre" a causa del conflicto tengan "la paciencia del perdón".
Francisco, mientras tanto, se mantuvo serio y reflexivo y siguió el acto desde un palco colocado al pie del monte Palatino, situado frente al anfiteatro Flavio, hasta que pronunció su oración final cerca de las 22.30 locales. El Vaticano calculó que unas 10.000 personas participaron de la celebración.
Este año, las 14 estaciones del Vía Crucis fueron escritas por diferentes familias, que luego cargaron la cruz en cada una de las estaciones.
En concreto, las familias que participaron fueron una pareja joven recién casada; una familia en misión; una pareja de esposos ancianos; una familia con 5 hijos; una familia con un hijo con discapacidad; una familia que organiza una casa de acogida; una familia que enfrenta la enfermedad; una pareja de abuelos; una familia con hijos adoptivos; una mujer viuda con hijos; una familia con un hijo consagrado; una familia que se enfrenta a la pérdida de un hijo; una familia de migrantes; y las de Albina e Irina.
En la última de las estaciones, la cruz fue llevada por una familia de migrantes que explicó que después de duros viajes, ahora son percibidos como una carga en el país de acogida. "Aquí somos números, categorías, simplificaciones. Sin embargo, somos mucho más que inmigrantes. Somos personas", dijeron.
Francisco, mientras tanto, se mantuvo serio y reflexivo y siguió el acto desde un palco colocado al pie del monte Palatino, situado frente al anfiteatro Flavio, hasta que pronunció su oración final cerca de las 22.30 locales. El Vaticano calculó que unas 10.000 personas participaron de la celebración.
Este año, las 14 estaciones del Vía Crucis fueron escritas por diferentes familias, que luego cargaron la cruz en cada una de las estaciones.
En concreto, las familias que participaron fueron una pareja joven recién casada; una familia en misión; una pareja de esposos ancianos; una familia con 5 hijos; una familia con un hijo con discapacidad; una familia que organiza una casa de acogida; una familia que enfrenta la enfermedad; una pareja de abuelos; una familia con hijos adoptivos; una mujer viuda con hijos; una familia con un hijo consagrado; una familia que se enfrenta a la pérdida de un hijo; una familia de migrantes; y las de Albina e Irina.
En la última de las estaciones, la cruz fue llevada por una familia de migrantes que explicó que después de duros viajes, ahora son percibidos como una carga en el país de acogida. "Aquí somos números, categorías, simplificaciones. Sin embargo, somos mucho más que inmigrantes. Somos personas", dijeron.