Ubicado en la localidad de Jor, 45 kilómetros al norte de Doha, es el segundo recinto más grande del Mundial, con capacidad para 60.000 espectadores.
El estadio Al Bayt será sede del partido inaugural que jugarán el 20 de noviembre el anfitrión Qatar ante Ecuador y promete ser una de las atracciones de la Copa del Mundo por su estructura con forma de tienda beduina.
Ubicado en la localidad de Jor, 45 kilómetros al norte de Doha, es el segundo recinto más grande del Mundial, con capacidad para 60.000 espectadores, sólo superado por el recinto de la final, el Estadio Lusail (80.000).
El increíble diseño se inspiró en las bayt al sha'ar, las tiendas tradicionales en las que vivían antiguamente los pueblos nómades de la región del Golfo.
La estructura imita una carpa gigante y está recubierta por telas exteriores importadas desde Alemania y otras interiores traídas desde Francia.
Es uno de los pocos estadios que no están conectados con la red de metro debido a su ubicación distante del centro de Doha. Los hinchas deberán realizar un transbordo con el autobús que forma parte del sistema de transporte público, gratuito y sustentable, desarrollado especialmente para la cita máxima del fútbol.
El estadio cuenta con instalaciones de un hotel de 5 estrellas en sus área VIP con vista al campo de juego.
A futuro, se utilizará como complejo comercial y será sede del centro de medicina deportiva más importante del país.
Además del partido inaugural, el 20 de noviembre a las 13.00 de Argentina, Al Bayt acogerá los siguiente partidos: Marruecos-Croacia (miércoles 23, 7.00); Inglaterra-Estados Unidos (viernes 25, 16.00); España-Alemania (domingo 27, 16.00); Países Bajos-Qatar (martes 29, 12.00); Costa Rica-Alemania (jueves 1, 16:.0), un partido de octavos de final (domingo 4, 16.00); uno de cuartos (sábado 10, 16.00) y una semifinal (miércoles 14, 16.00).
Con 9 encuentros programados, Al Bayt es el segundo escenario de mayor actividad en Qatar 2022 después de Lusail (10).
El responsable de su diseño fue el reconocido arquitecto alemán Albert Speer, hijo de un ministro del nazismo que fue condenado a 20 años de prisión.
"He pasado toda mi vida tratando de diferenciarme y distanciarme de mi padre", confesó Speer, quien no pudo ver su obra terminada ya que falleció en 2017.