Somos Télam
Marine Le Pen.
Apenas siete días separan a la ultraderecha francesa de llegar al poder en Francia, la cuna de la libertad, la igualdad y la fraternidad, luego de que en la primera vuelta de las elecciones parlamentarias anticipadas celebradas el domingo el partido antiinmigración Agrupación Nacional (AN) conquistó 3,4 votos de cada 10.
Sin embargo, debido al complejo sistema de votación y las estrategias políticas que el resto de las agrupaciones pondrán en juego esta semana nada permite, por ahora, a la irascible Marine Le Pen de 55 años, cuya verdadera identidad es Marion Anne Perrine Le Pen, celebrar lo que sería el primer gobierno de extrema derecha en Francia desde la ocupación nazi de la Segunda Guerra Mundial.
El gran perdedor del domingo fue el actual presidente Emmanuel Macron, cuya alianza de centro quedó en tercer lugar por detrás de la coalición Nuevo Frente Popular, que incluye fuerzas de centroizquierda, verdes y de extrema izquierda.
Para completar el confuso panorama, hay que tener en cuenta que Macron seguirá siendo el presidente de Francia hasta en fin de su mandato en 2027 –salvo que decida renunciar, claro- y que en caso de alcanzar la mayoría AN propondría como primer ministro a Jordan Bardella, delfín de Le Pen.
Decenas de candidatos que obtuvieron al menos 50% de los votos ya fueron elegidos directamente ayer, mientras que todas las demás elecciones se dirigen a la segunda ronda del domingo que viene, lo que hace que sea muy difícil prever una mayoría absoluta de 289 de los 577 escaños en juego que le permitiría a Le Pen nominar a Bardella.
¿Cómo sigue?
Está claro que los adversarios de la extrema derecha intentarán unir sus votantes para evitar un triunfo de la AN, pero no será fácil porque la votación de segunda vuelta se dirime por distritos. Es decir que quienes salieron terceros podrían renunciar al balotaje y definir si llaman a votar a alguno de los candidatos que siguen en pie (que seguramente será quien se oponga a AN). Dicho así, puede resultar una obviedad, pero distrito por distrito entran a jugar historias de pago chico que pueden disparar el resultado final para cualquier dirección.
La coalición de izquierda dijo que retiraría a sus candidatos en los distritos en los que terminaron en tercera posición para apoyar a otros candidatos opuestos a la extrema derecha. La alianza centrista de Macron también dijo que algunos de sus candidatos dimitirían antes de la segunda vuelta para intentar bloquear la Asamblea Nacional.
Esa táctica funcionó en el pasado, cuando el partido de Le Pen y su predecesor, el Frente Nacional –fundado en los primeros años 70 por el padre de Marine, Jean-Marie Le Pen-, eran considerados poco menos que un curiosidad en el panorama político francés. Pero ahora el lepenismo cuenta con un amplio y profundo apoyo en todo el país.
Si bien Francia tiene una de las mayores economías del mundo y es una importante potencia diplomática y militar, muchos votantes franceses luchan contra la inflación, los bajos ingresos y la sensación de que la globalización los está dejando atrás, consignó la agencia de noticias AP en su portal público de internet.
El partido de Le Pen, que culpa a la inmigración de muchos de los problemas de Francia, ha aprovechado esa frustración de los votantes y ha construido una red de apoyo a nivel nacional, especialmente en pequeñas ciudades y comunidades agrícolas que ven a Macron y a la clase política de París como distante de sus problemas.
¿Una nueva cohabitación en el gobierno?
Si AN u otra fuerza política distinta de la alianza centrista actualmente en el poder obtiene la mayoría, Macron se verá obligado a nombrar un primer ministro que pertenezca a esa nueva mayoría.
En una situación así —llamada “cohabitación” en Francia— el gobierno implementaría políticas que divergen del plan del presidente.
La moderna República francesa ha conocido tres cohabitaciones, la última bajo el presidente conservador Jacques Chirac y el primer ministro socialista Lionel Jospin, de 1997 a 2002.
El primer ministro es responsable ante el Parlamento, dirige el gobierno y presenta proyectos de ley.
El presidente se ve debilitado en el plano interno durante la cohabitación, pero aún conserva algunos poderes en materia de política exterior, asuntos europeos y defensa, ya que es el encargado de negociar y ratificar los tratados internacionales. El presidente es también el comandante en jefe de las fuerzas armadas del país y es quien posee los códigos nucleares.
Emmanuel Macron.
La Asamblea Nacional, la cámara baja, es la más poderosa de las dos del parlamento francés. Tiene la última palabra en el proceso de elaboración de leyes en el Senado, dominado por los conservadores.
Macron tiene mandato presidencial hasta 2027 y dijo que no renunciará antes del final de su mandato. Pero un presidente francés debilitado podría complicar muchas cuestiones en el escenario mundial.
Durante convivencias anteriores, las políticas de defensa y exterior se consideraban el “campo reservado” informal del presidente, quien por lo general era capaz de llegar a compromisos con el primer ministro para permitir que Francia hablara con una sola voz en el exterior, un campo actualmente convulsionado por la guerra en Ucrania y la invasión israelí en Gaza, el pauperizado y devastado territorio palestino.
Jordan Bardella.
El líder de extrema derecha Jordan Bardella, que podría convertirse en primer ministro si su partido gana la mayoría de los escaños, dijo que pretende “ser un primer ministro de convivencia que sea respetuoso de la Constitución y del papel del Presidente de la República, pero inflexible en cuanto a las políticas que implementaremos”.
Bardella dijo que, como primer ministro, se opondría al envío de tropas francesas a Ucrania, una posibilidad que Macron no ha descartado. Bardella también dijo que rechazaría el envío de misiles de largo alcance y otras armas capaces de alcanzar objetivos dentro de Rusia.
¿Qué pasa si no hay mayoría?
En caso de que ningún partido reúna la mayoría, el presidente puede nombrar a un primer ministro del grupo parlamentario con más escaños en la Asamblea Nacional; este fue el caso de la propia alianza centrista de Macron desde 2022.
Sin embargo, la AN ya dijo que rechazaría esa opción, porque significaría que un gobierno de extrema derecha pronto podría ser derrocado mediante un voto de censura si otros partidos políticos se unieran.
El presidente podría intentar construir una amplia coalición de izquierda a derecha, una opción que parece poco probable, dadas las divergencias políticas.
Otra opción sería nombrar un “gobierno de expertos” que no estuviera afiliado a ningún partido político, pero que de todas formas necesitaría la aprobación de la mayoría de la Asamblea Nacional. Un gobierno de ese tipo probablemente se ocuparía principalmente de asuntos cotidianos en lugar de implementar reformas importantes. Si las conversaciones políticas se prolongan demasiado en medio de las vacaciones de verano y los Juegos Olímpicos del 26 de julio al 11 de agosto en París, Macron podría mantener un gobierno de transición en espera de nuevas decisiones.