Así lo indicó un estudio del Instituto de Oncología Ángel Roffo, difundido en el marco del Día Mundial de Concientización sobre esa enfermedad con el objetivo de crear conciencia sobre la importancia de reconocer los síntomas y de realizar chequeos periódicos para permitir un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado.
Sólo el 18% de los pacientes tenía conocimiento de un linfoma previo a ser diagnosticado, indicó el Instituto de Oncología Ángel H. Roffo en el marco del Día Mundial de Concientización sobre Linfoma, que se conmemora el próximo 15 de septiembre.
Con el objetivo de concientizar y fortalecer los chequeos médicos de esta patología, especialistas del Instituto perteneciente a la Red de Hospitales de la UBA destacaron “la importancia de reconocer los síntomas y de realizar chequeos periódicos a fin de permitir un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado”.
Los linfomas son tumores que se originan en el sistema linfático, es decir en los linfocitos, señalaron, y agregaron que el sistema linfático cumple normalmente una función de defensa del organismo.
Algunos linfocitos pueden proliferar en forma descontrolada y dar lugar a un linfoma, observaron, y explicaron que algunas infecciones virales o bacterianas podrían jugar un papel en la patogenia de algunos subtipos particulares.
Existen dos grandes tipos de linfomas: los linfomas de Hodgkin (LH), que suponen el 10% de todos los casos y se curan en la mayoría de los pacientes, y los linfomas no Hodgkin (LNH), que son el 90% restante y conforman un gran desafío respecto a su diagnóstico (en función del tipo de células inmunes afectadas y los biomarcadores implicados), su comportamiento y tratamiento.
Marta Elisa Zerga, médica hematóloga del Instituto Ángel Roffo, remarcó que “el Linfoma Hodgkin Clásico es un tipo particular de tumor del tejido linfático que se manifiesta con agrandamiento ganglionar, pudiendo estar asociado a síntomas generales” y subrayó que “se presenta más frecuentemente en población joven con un primer pico de incidencia entre los 16 y los 34 años, y un segundo a partir de los 55 años”.
Según una encuesta de la Coalición Global de Linfoma, en pacientes con algún tipo de linfoma, el 57% de ellos llega al diagnóstico en un examen de rutina y sólo el 18% había oído hablar de un linfoma previo a ser diagnosticado.
Desde su origen en un ganglio o grupo ganglionar, el linfoma de Hodgkin se disemina a otras regiones ganglionares, pudiendo comprometer órganos nobles en etapas avanzadas de la enfermedad.
El tratamiento quimioterápico convencional (sólo o asociado a radioterapia) permite curar a un porcentaje significativo de pacientes (75 a 80 % de los casos), destacaron.
Si bien, en la mayor parte de los casos, los linfomas se originan en el tejido linfático ganglionar, en ciertas circunstancias, pueden originarse en el tejido linfoide que se encuentra fuera de los órganos linfáticos, dando lugar a los llamados linfomas extranodales o extranganglionares.
Los síntomas más frecuentes de los linfomas Hodgkin y no Hodgkin son hinchazón indolora en los ganglios linfáticos (cuello, axilas o ingle), fiebre (especialmente vespertina o por la noche, sin una causa infecciosa que lo justifique), sudoración nocturna, pérdida de peso inexplicable, pérdida de apetito, fatiga y cansancio inusual, tos persistente disnea (falta de aire), picazón persistente en todo el cuerpo sin causa aparente o sin lesiones en la piel o dolor de cabeza.
El diagnóstico se confirma mediante el estudio histológico del material ganglionar o extraganglionar comprometido, y ante su confirmación diagnóstica, el paciente debe ser derivado al médico hematólogo el cual completará con los estudios complementarios necesarios para determinar la extensión de la enfermedad o estadio del linfoma.