Por Rubén Peresutti
Si la caída del General Juan Manuel de Rosas parecía el fin de los enfrentamientos provinciales, a partir de ellos los enfrentamientos se tornaron más encendidos que nunca y la sensación de un país que parecía estar a punto de estallar en pedazos, era el inconsciente colectivo.
El General Justo José de Urquiza convocó a los gobernadores de las provincias a firmar un acuerdo en San Nicolás, el 31 de mayo de 1852, para lograr un consenso que permitiera sancionar una nueva y definitiva constitución.
El acuerdo respondía a los intereses del interior del país, quitando protagonismo al poder central que se ejercía desde Buenos Aires.
Cada provincia cedería parte de su poder de decisión para delegarlo en un poder central. El nuevo intento integrador tenía bases en el liberalismo económico: se dictó la libre navegación de los ríos y la supresión de las aduanas interiores.
Hoy año 2024, la lucha por el sí o el no del DNU y la ley ómnibus nos retrotraen a esas luchas intestinas.
Aprovechando la ausencia de Urquiza, que asistía en Santa Fe a la inauguración del Congreso Constituyente, el 11 de septiembre de 1852 estalló una revolución en Buenos Aires. El movimiento reclamaba la renuncia del gobierno y la nulidad del Acuerdo de San Nicolás, al tiempo que proclamó como gobernador al jefe del movimiento, Valentín Alsina. Pero casi simultáneamente, tropas federales que respondían a los intereses del Litoral sitiaron Buenos Aires exigiendo el cumplimiento del acuerdo.
El Congreso Constituyente finalmente pudo reunirse, sin contar con la presencia porteña. Las bases de Alberdi y el modelo de la Constitución de Estados Unidos sirvieron como puntos de partida en la redacción del texto final.
Tras la derrota de Pavón, Urquiza se refugió en su Palacio San José y se dedicó a sus negocios agropecuarios. Se negó a apoyar los levantamientos federales de los montoneros del Chacho Peñaloza y Felipe Varela contra la política del puerto de Buenos Aires que asfixiaba al interior y sólo reapareció públicamente en 1865 para apoyar a Mitre en la Guerra del Paraguay. Esta actitud desprestigió mucho su figura en las provincias y generó fuertes rechazos entre sus comprovincianos.
El país hoy desde buenos aires le aumento las retenciones al campo. Le pretende imponer el impuesto a las ganancias al salario del trabajador.
En 1868, Urquiza volvió a la vida política presentándose como candidato a presidente. Fue derrotado por Sarmiento quien a poco de asumir apoyó su nombramiento como gobernador de Entre Ríos y lo visitó en su palacio de Concepción del Uruguay. El abrazo con Sarmiento, el principal responsable de la muerte del Chacho Peñaloza le costará muy caro a Urquiza.
Para muchos de sus ex compañeros de armas e ideas era la gota que colmaba un vaso que había comenzado a llenarse tras la extraña retirada de Pavón y con el apoyo a Mitre y a la guerra fratricida con el Paraguay. El 11 de abril de 1870, un grupo armado que respondía al caudillo montonero Ricardo López Jordán irrumpió en el Palacio San José al grito de «¡ muera el traidor Urquiza!».
El general le salió al encuentro dispuesto a defenderse a tiros, pero cayó herido por un certero disparo y, una vez en el piso, la partida montonera lo ultimó a puñaladas.
Sus restos descansan desde agosto de 1872 en la Catedral de Concepción del Uruguay.
¿Este gobierno anarco liberal recibirá su certera puñalada?
Moraleja: la historia nos une con el pasado de unitarios y federales, con el presente de liberales y no liberales, en la provincia de La Rioja se aprobó un bono de cancelación de deuda (BOCADE) el ejecutivo riojano intenta regresar a la vida económica al caudillo Ángel Vicente Peñaloza, El Chacho. ¿Ganará el Chacho?
Rubén Peresutti – DNI - 23.187.447 - Cutral có - Neuquén- 17/01/24