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Controles periódicos, una buena alimentación y una rutina de actividad física son los tres pilares para manejar los factores de riesgo y para facilitar la detección temprana. Cinco hábitos cotidianos que pueden hacer una diferencia. La certificación de los mastólogos, un reconocimiento clave para mejorar la calidad de atención.

El cáncer de mama se mantiene hace tiempo como el más frecuente en la Argentina y, por lejos, es el que más afecta a las mujeres con más de 22 mil nuevas detecciones anuales. Sin embargo, los últimos datos publicados por el Ministerio de Salud muestran que en las últimas dos décadas la tasa de mortalidad ajustada por edad de la enfermedad tuvo un descenso constante y significativo, a un ritmo del 1% anual. Los desarrollos terapéuticos contra este tipo de tumores hoy ofrecen perspectivas de cura auspiciosas. Pero ese impulso de la ciencia requiere que la sociedad acompañe a través de la prevención, ya que la detección temprana y la reducción de los factores de riesgo son piezas fundamentales para que este camino siga avanzando.

“Todos pueden hacer algo en el campo de la prevención. Aparte de los estudios apropiados, hablamos fundamentalmente de buenos hábitos de salud, como una dieta adecuada, evitar el sobrepeso y realizar actividad física. Por otro lado, no existe nadie que no sea susceptible de desarrollar un cáncer de mama. Si bien hay grupos de mayor riesgo no hay ninguno sin riesgo”, afirma el doctor Francisco Terrier (MP 111140),presidente de la Sociedad Argentina de Mastología (SAM) y especialista de la Clínica Breast y del Hospital Italiano de La Plata.

La recomendación médica es que todas las mujeres realicen una mamografía anual a partir de los 40 años, como medida de control básica, aunque para aquellas que tengan antecedentes de cáncer de mama se aconseja comenzar 10 años antes de la edad en que le diagnosticaron la enfermedad al familiar más joven. “Los controles periódicos, especialmente los estudios de imágenes, son la herramienta fundamental para la detección temprana. Siempre hablamos de los 40 años como parámetro para comenzar con la realización de la mamografía anual; y si bien este es un mensaje clave, la educación y la transmisión de buenos hábitos de salud puede y debe comenzarse mucho antes”, agrega el experto y explica cuál es el motivo por el que la comunidad médica hace tanto hincapié en los controles.

“Todos los tumores malignos, independientemente de su mayor o menor agresividad, pueden detectarse en estadios iniciales y en todos los tipos el diagnóstico precoz se relaciona con mayores porcentajes de curación. Todas las estadísticas, siempre hablando en el campo del diagnóstico temprano, se encuentran por arriba del 90%”, agrega el experto de la SAM. De acuerdo a las cifras oficiales, el cáncer de mama se presenta mayormente entre los 55 y 65 años. Sin embargo, cerca de un 10% de casos se da en menores de 40 y otro 10%, en mayores de 80.

“Es importante saber que los hábitos saludables de alimentación y la actividad física no solo impactan en la enfermedad cardiovascular sino también en el riesgo de desarrollar cánceres como el de mama, colon y endometrio, entre otros. Por otra parte, la tolerancia a los tratamientos una vez diagnosticada la enfermedad también se ve afectada por los hábitos de vida”, cuenta la doctora María Eugenia Azar (MN 80736), vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Mastología y jefa del Departamento de Mastología del Instituto Ángel H. Roffo.

“Lo mismo ocurre con los tratamientos hormonales que se llevan a cabo durante los años siguientes, siendo estos más efectivos y con menores efectos secundarios al estar acompañados de hábitos saludables, fundamentalmente a nivel nutricional y de actividad física”, agrega el doctor Terrier.
Cinco buenos hábitos: un aporte posible

En el marco del Día Mundial del Cáncer de Mama, que se conmemora cada 19 de octubre, queda claro que los avances científicos requieren del apoyo de la población para ser más efectivos. En ese camino, el control de los factores de riesgo es un punto central. Si bien algunos no se pueden modificar –como el paso del tiempo y los antecedentes familiares- hay otros sobre los que sí se puede actuar, para generar un cambio positivo que redunde en menores posibilidades de desarrollar una patología oncológica o para llegar mejor preparados al momento de afrontarla.

La doctora Sabrina Barchuk (MN 126304), miembro de la Sociedad Argentina de Mastología y médica de planta de la sección Mastología del Hospital Fernández, brinda cinco recomendaciones clave. La primera es clara y directa: no fumar. Y esto abarca no sólo evitar el consumo de cigarrillos, sino también reducir lo máximo posible la exposición al humo.

Seguir una dieta saludable es otro pilar en el camino de la prevención. “Debe ser rica en vegetales, frutas, cereales integrales, alimentos con mucha fibra y fuentes magras de proteínas, como el pescado. Además, es importante reducir el consumo de grasas saturadas, azúcares y sodio”, explica la experta. Asociado a este punto, el tercer consejo es: limitar la ingesta de alcohol, teniendo a lo sumo un consumo moderado. “Para las mujeres, esto equivale a una copa por día. El riesgo de sufrir diferentes tipos de cáncer (como el de mama y del hígado) parece aumentar con la cantidad de alcohol que se consume y el período durante el cual se ha consumido con regularidad”, apunta.

A esto hay que sumar un peso saludable, asociado con hacer ejercicio, ya que está comprobado que estar en movimiento ayuda a reducir el riesgo de desarrollar algunos tipos de cáncer. Finalmente, hay que mantener a raya un mal de la vida moderna: el estrés. La especialista de la SAM explica que es fundamental controlarlo ya que no sólo afecta nuestra calidad de vida, sino que tiene un fuerte impacto en el sistema inmunitario.

El rol del autoexamen

“Todas las mujeres deben autoexaminar sus mamas desde la adolescencia para aprender a conocerse y detectar alguna anomalía”, sostiene la doctora María Eugenia Azar. Se trata de una práctica útil para llevar un control cotidiano dentro del universo poblacional amplio, en el que se estima que una de cada ocho mujeres será afectada por este tipo de tumores a lo largo de la vida. Al practicarlo una vez al mes, cada una puede tener un mayor conocimiento de su propia fisonomía y distinguir qué es normal y qué no. En caso de reconocer una modificación, debe consultar con su ginecólogo o mastólogo.

“Los signos que se deben buscar, además de un bulto, son cambios en el tamaño y/o en la forma de la mama, hoyuelos, enrojecimiento de la piel, hundimiento del pezón y presencia de secreciones”, detalla Barchuk. ¿Cuándo hacerlo? El mejor momento es entre el séptimo y el décimo día después de iniciado el período de menstruación, dado que las mamas están menos sensibles. Aquellas mujeres que transitan la menopausia, una buena opción es elegir el mismo día de cada mes para llevar una rutina que sea fácil de recordar.
Desde la SAM aclaran de todos modos que el autoexamen no se considera una herramienta de diagnóstico precoz ni ha demostrado reducir las muertes por cáncer de mama. Por lo tanto, remarcan, es importante destacar que “no reemplaza a la mamografía ni al examen mamario realizado por un médico entrenado”.

Una atención de excelencia

Este año la Sociedad Argentina de Mastología fue reconocida por el Ministerio de Salud de la Nación como entidad certificante de la especialidad de Mastología, luego de un extenso trabajo realizado a lo largo de los últimos años. “La SAM centró históricamente su actividad en el campo docente, dedicándose fuertemente a la formación de profesionales. Este reciente reconocimiento es doble, ya que se reconoció a la mastología como una especialidad del enfoque legal y paralelamente se le otorgó a la sociedad el reconocimiento para ser la entidad certificante. Esto confirma la capacidad científica y la organización de la estructura de la SAM”, destaca el doctor Francisco Terrier, presidente de la entidad.

“La medicina ha avanzado en todos los campos, por lo que se hace imperioso que quien maneja la patología mamaria sea un especialista en el tema, que esté actualizado y formado en la especialidad”, remarca la vicepresidenta María Eugenia Azar. Un punto importante es que la certificación debe ser revalidada cada cinco años, lo que constituye en la práctica una motivación para mantenerse al día con las últimas novedades en la materia.

“El paciente se encuentra cada día más informado. Es muy bueno que conozca la existencia de la especialidad y que se difunda la posibilidad de acceso a especialistas respaldados por un título otorgado por una entidad científica con historia y certificados por el Ministerio de la Nación”, concluye el doctor Terrier.