Se trata de una enfermedad parasitaria y crónica que afecta al hígado, pulmón o los huesos, provocando que se originen quistes. Es curable pero si no es tratada a tiempo puede generar problemas en la salud, incluso derivar en amputaciones. Una investigación del Instituto de Medicina Regional dependiente de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne) reveló que hay desconocimiento disparó la necesidad de desarrollar campañas de prevención.
Por Griselda Acuña Red Argentina de Periodismo Científico
La hidatidosis es una enfermedad producida por un parásito llamado Echinococcus granulosus y que transmite el perro a través de su materia fecal. Se trata de una patología de gran incidencia en zonas rurales de Corrientes, puntualmente en el sureste, pero poco conocida por la población, lo cual enciende un alerta en la salud pública.
Un estudio reciente del Instituto de Medicina Regional dependiente de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne) reveló que el 30 % de los habitantes de los departamentos correntinos de mayor afectación no conoce la dolencia mientras que en otras zonas de la provincia la mayoría jamás escuchó hablar de hidatidosis.
“El perro elimina unos huevos, el hombre ingiere estos huevos y adquiere esta enfermedad que afecta a las personas en el hígado, en el pulmón y otros órganos provocando un quiste que se llama ‘quiste hidatídico’”, explicó en diálogo con Télam-Confiar, Gustavo Fernández, magíster en Enfermedades Transmisibles.
“Como es una enfermedad que no mata, nadie se detiene a informarse. Pero lo cierto es que altera la calidad de vida de la gente y puede producir cuadros graves. En la provincia hemos tenido hidatidosis ósea, chicos a quienes hemos tenido que amputar la pierna porque el quiste se le instaló en el hueso; también hidatidosis cerebral lo cual genera secuelas”, aseveró al tiempo que destacó como positivo: “tiene tratamiento y es curable; es fundamental difundir”.
Fernández es miembro del Instituto de Medicina Regional dependiente de la Unne, docente de esa casa de estudios e investigador. Su trabajo “Epidemiología de la Hidatidosis y percepción de riesgo de la provincia de Corrientes” llevado a cabo entre 2017 y 2019, dispara la necesidad de invertir en campañas sobre cómo prevenir esta enfermedad parasitaria y asintomática.
Tal es la incidencia de la patología en la población, que Corrientes cuenta hace años con el Programa Provincial de Hidatidosis, que consiste en la detección temprana de casos.
La metodología de trabajo contempla un catastro ecográfico, es decir, desplegar operativos en las escuelas, en los que se realiza diagnóstico por imágenes para identificar si los niños tienen algún quiste en su organismo.
“En la zona endémica se hace ecografía como herramienta de vigilancia epidemiológica, los que tengan alguna imagen sospechosa, un pequeño quiste, se someten a un protocolo que incluye resonancia, laboratorio con serología, y si se confirma va a tratamiento”, sostuvo y agregó “de esa manera el Ministerio de Salud, busca y reporta casos constantemente”.
Para tener una idea, según datos oficiales, en 2018 - un año después de la implementación del catastro ecográfico,- se notificaron 19 casos de hidatidosis en chicos menores de 14 años en el departamento de Curuzú Cuatiá, una de las cinco zonas endémicas.
“El parásito mientras está vivo, ese quiste tiene una membrana que lo protege de las defensas del organismo, de los remedios. Por eso el quiste puede estar años en el cuerpo de una persona, y no tiene síntomas”, indicó.
De manera que el quiste hidatídico tiene como fortaleza su carácter asintomático. Fernández hizo hincapié en que, cuando los síntomas se detectan es porque el volumen del quiste es importante: “hasta del tamaño de una pelota de tenis”.
“Va creciendo tan lentamente que el organismo se va adaptando. Si el parásito se instala en el hígado, empieza a formar un quiste muy chico y crece con los años. Hay quistes de 20 centímetros, en la medida que va creciendo va ocupando un espacio desplazando al órgano y comenzará a alterar la función hepática. Eso es lo que se llama síndrome de masa ocupante, que va apretando la circulación de los vasos, con problemas de digestión de las grasas”, comentó a modo de ejemplo.
Y en esa línea, insistió en el dato que arrojó su investigación “en las zonas endémicas hay un 30% que no conoce la problemática de la hidatidosis y en la zona norte de la provincia, donde supuestamente no hay hidatidosis, la gente no tiene conocimiento”.
Diagnóstico y tratamiento
“El diagnóstico es mediante una ecografía. Cualquier persona que se detecte en forma temprana el tratamiento va a ser más corto y llevadero. Ahora cuando hablamos de un quiste grande, de una evolución de ocho o diez años, el tratamiento puede llevar hasta 60 o incluso 90 días. Lo que se trata es de evitar la cirugía”, remarcó Fernández.
“Lo bueno es que el tratamiento es gratuito, no es complejo, ni tóxico, ni genera reacciones adversas. Una vez confirmado el caso, se administra un antiparasitario, albendazol, que es una droga bastante inocua que actúa matando al parásito. El tratamiento depende del tamaño del quiste y cómo va evolucionando. Normalmente es de 30 días pero puede requerir hasta 60 días, la ingesta diaria. De tal manera que el paciente cuando está en tratamiento va siendo monitoreado mediante ecografías para ver que ese quiste se vaya achicando”, desarrolló.
Y argumentó el motivo por el que se busca evitar la intervención quirúrgica: “antes cuando se confirmaba un caso lo primero que se hacía era la cirugía y ahora se hace un tratamiento, en el cual el quiste se va encogiendo. Se evita la cirugía porque puede haber algún tipo de ruptura o el quiste puede tener alguna fisura y liberar el contenido, y si ese contenido se libera, adentro hay muchos parásitos, se puede diseminar la enfermedad en el cuerpo de la persona causando un shock que puede producir la muerte. Hay casos reportados de muertes en el postoperatorio por el shock”.
En cuanto al ciclo de contagio de la hidatidosis, comentó “es importante mencionar al perro porque es el que está en contacto con el ganado ovino y permanentemente en la zona rural cuando faenan las ovejas a cielo abierto, las vísceras, el hígado, el riñón, parte del pulmón de ese cordero se la dan a los perros y de esa manera los perros se infectan”.
“Entonces, en la zona rural los perros suelen estar infectados. Los perros defecan eliminando huevos que contaminan a otras ovejas y también contaminan al hombre. Ese es el ciclo en el cual el hombre se infecta por eso es importante trabajar en medidas de prevención relacionadas a la zona rural y evitar darle vísceras crudas a los perros”, aconsejó.
“En Corrientes aparece esta enfermedad fundamentalmente en la zona sureste, abarcando los departamentos de Curuzú Cuatiá, Paso de los Libres, Monte Caseros, Sauce y Mercedes. Esos cinco departamentos forman la zona endémica de la provincia”, concluyó.