La bajante extraordinaria del río Paraná se extenderá hasta mediados del otoño según la previsión climática de normalización de las lluvias, mientras que el río Neuquén va camino a transitar "el mes de enero con el caudal más bajo de la historia", dijo a Télam el subgerente de Sistemas de Información y Alerta Hidrológico del Instituto Nacional del Agua (INA), Juan Borús. (Foto.- Obras en el río Neuquén para mejorar el nivel del hilo de agua en al boca toma de la planta de Buena Esperanza)
"Hay que tener muy presente que la región de Cuyo y Comahue están teniendo en este momento condiciones de sequía persistentes, de 10 años o más, y una bajante general muy grave que ya está poniendo al recurso hídrico en una situación extremadamente crítica", sostuvo Borús en diálogo con Télam.
Sobre la gravedad que afronta el oeste argentino en medio de una sequía histórica que abarca a más de la mitad del país, el ingeniero agregó que "el río Neuquén está transitando posiblemente su mes de enero más bajo de caudal de la historia".
Por otro lado, el hidrólogo a cargo del seguimiento de la Cuenca del Plata explicó que la bajante extraordinaria del río Paraná, que se manifestó fuertemente a partir de marzo del 2020, se extenderá por el resto del verano.
"El tramo de Corrientes para abajo está en aguas bajas, aunque esté el caudal subiendo gradualmente porque ha mejorado la condición de la alta Cuenca del Paraná. Lo que mejoró ahora no alcanza para salir de aguas bajas y entrar en aguas medias. Para que eso ocurra vamos a tener que esperar probablemente a la segunda mitad del otoño", detalló el funcionario.
Respecto a qué condiciones se deben dar para revertir la bajante, indicó que se tiene que normalizar la frecuencia de eventos de lluvias en la región y aclaró que no basta con que se produzca una gran tormenta en una zona.
Según la previsión climática, la normalización de lluvias se daría en la segunda mitad del otoño para los caudales de aporte del río Paraguay, la alta Cuenca del Paraná y el río Iguazú, por lo que Borús estimó que, si eso ocurre, se iría trasladando a lo largo de un mes a todos los niveles en todas las partes de los ríos, incluyendo al delta del Paraná que también podría alcanzar una condición normal.
Para hacer frente a la bajante del Paraná más importante de los últimos 79 años, desde el Sistema Nacional de Gestión Integral del Riesgo (Sinagir) se dispuso armar una mesa dedicada a estudiar y relevar los efectos del déficit hídrico.
Esta instancia generó políticas tales como la creación en 2021 de un Fondo de Emergencia Hídrica de 1.000 millones de pesos para la asistencia de las provincias y localidades afectadas.
En este sentido, el Ministerio de Obras Públicas a través del Fondo destinó los recursos para trabajos en las tomas de agua sobre el río Paraná y arroyos interiores; la adquisición de bombas y dragados; la adecuación de canales, cañerías de conducción, aducción e impulso; y la instalación de puentes flotantes para tomas temporarias.
A su vez, Borús destacó el diálogo permanente que tuvo el Gobierno nacional con Brasil y Paraguay para administrar la escasez de agua e implementar medidas como las descargas especiales por el vertedero de la represa binacional Itaipú.