En pleno vuelo se le apagó un motor a un avión de Flybondi que trasladaba un grupo de egresados de Córdoba a Bariloche y debieron volver para hacer un aterrizaje de emergencia. Al otro día intentaron retomar el viaje y los chicos se encontraron: con el mismo avión. Hubo escenas de pánico y debió intervenir la PSA.
El avión estuvo en emergencia y los estudiantes señalaron que además del motor que se paró, se encendieron los sensores que indicaban pérdida de combustible.
Al día siguiente, los chicos no querían volver a subir al mismo avión. Sin embargo, la empresa les dijo “suben o pierden el viaje”.
Uno de los testigos presenciales de lo ocurrido sostuvo que "El avión parecía estar en un capítulo de Destino Final, con cada minuto revelando un nuevo peligro".
Los pasajeros relataron que todo comenzó con una leve vibración, seguida por un silencio inquietante proveniente del motor. En cuestión de segundos, el piloto anunció la necesidad de retornar por razones de seguridad. El pánico cundió entre los estudiantes mientras el avión iniciaba el descenso. La sensación de estar atrapados en un artefacto defectuoso a miles de metros de altura quedó grabada en sus memorias.
Al aterrizar, el alivio inicial dio paso a la incredulidad: la aerolínea les informó que debían volver a subir al mismo avión, ahora supuestamente reparado, o perderían su ansiado viaje. Las palabras “suben o pierden el viaje” retumbaron como una amenaza para los jóvenes aterrados.
“Fue una falta de respeto. Ellos sólo querían llegar a Bariloche, pero no bajo esas condiciones. Nadie podía garantizar que el avión no fallara otra vez”, expresó el familiar de uno de los estudiantes.
Finalmente, los jóvenes accedieron a reembarcar, pero lo que debía ser un viaje de celebración se tornó sombrío. “No dormí ni un segundo en el vuelo. Cada sonido me hacía pensar que algo iba a fallar de nuevo”, confesó una estudiante. Al llegar a Bariloche, la euforia habitual de los egresados fue reemplazada por el peso de una experiencia traumática.