"Me vas a pagar cada peso que me debés, hijo de remil puta", le dijo el empresario que apareció descuartizado a Nahuel Vargas, con quien se encontró en un descampado de General Rodriguez el 18 de julio.
El empresario Fernando "Lechuga" Pérez Algaba, cuyo cuerpo apareció descuartizado dentro de una valija en un arroyo en la localidad bonaerense de Ingeniero Budge, partido de Lomas de Zamora, había amenazado en una conversación telefónica que fue incorporada a la causa con "arruinarle la vida" a su examigo Nahuel Vargas, una de las dos personas con quien estuvo en un descampado de General Rodriguez el 18 de julio último, el último día que fue visto con vida.
"¿Qué haces, Nahuelito? Divertite ¿eh? Divertite mucho que cuando vuelva te vas a tener que ir a vivir al country de Gustavo Iglesias. Con él, ahí. Los dos. Porque a vos te voy a buscar por cielo y tierra", le dijo Pérez Algaba (41) a Vargas, al hacer referencia además a Iglesias, supuesto barra de Boca Juniors y con quien también también tenía una deuda.
El empresario amenazó a Vargas con mostrar mensajes que tenía guardados en su celular para demostrar que iba a "vender merca" y "chorearle al transa".
"Todo eso lo tengo todo guardado, y mil cosas más tengo de vos. Te voy a arruinar la vida, pedazo de loro. Te haces el vivo. Me traicionaste, traidor. Me vas a pagar cada peso que me debés, hijo de remil puta", añadió "Lechuga" en el audio.
Por último, Pérez Agaba le dijo: "Te voy a ir a buscar. Si fui a buscar un pibe a México... ...y a vos te voy a ir a buscar hasta abajo a la tierra, pedazo de gil. No vas a tener a Gustavito todo el día atrás, ¿sabés? Mandale el audio a quien se te cante las pelotas, la concha de tu madre".
Fuentes judiciales indicaron a Télam que Vargas está señalado junto a Maximiliano Pilepich como una de las últimas personas que vieron con vida a Pérez Algaba el pasado 18 de julio, cuando fueron a saldar una deuda de 75 mil dólares que tenían con él.
Según consta en la causa, Pérez Algaba y Vargas fueron juntos hasta General Rodríguez a bordo de la Land Rover blanca que Pilepich le había prestado al empresario cuando regresó al país desde Estados Unidos.
Allí los dos se encontraron con Pilepich y el empresario, tras recibir el dinero que le debían, le regresó el rodado a su dueño y permaneció en el lugar a la espera de que alguien -según dijo- pasara a buscarlo.