Un jurado popular comenzó a juzgar a los cuatro varones imputados por el homicidio de Miguel “Ruso” Auer, y la próxima semana deberá emitir un veredicto sobre la responsabilidad o no de cada uno de ellos.
El fiscal jefe Juan Agustín García fue el responsable de presentar el caso ante los 16 miembros del jurado (12 titulares y 4 suplentes) hoy por la mañana, en la sala de juicios por jurados en la Ciudad Judicial.
Durante el alegato de apertura, García afirmó que el hecho “fue planificado”, y en este sentido destacó que tres de los cuatro acusados “fueron disfrazados, con un arma y un inhibidor de señales de dispositivos”.
El caso lo juzga un jurado popular porque la pena que pretende el Ministerio Público Fiscal supera los 15 años de prisión. En principio, está previsto que el juicio finalice el próximo 25 de octubre, y que brinden testimonio alrededor de 45 testigos.
Luego del juramento que hicieron los y las integrantes del jurado, el juez de garantías que dirige el debate recordó las instrucciones generales y la dinámica del juicio, para luego comenzar con los alegatos de las partes.
García planteó que los imputados son G.C, J.A.F, J.M.S y M.F.L. El delito por el cual fueron acusado fue tentativa de robo agravado por el uso de arma de fuego en concurso real con homicidio triplemente calificado, por haber sido cometido criminis causa, con el concurso premeditado de dos o más personas y por uso arma de fuego. Para los primeros tres acusados, la acusación es en carácter de coautores, mientras que el restante, como partícipe necesario.
De acuerdo a la teoría del caso del MPF, el 24 de octubre de 2022, G.C, J.A.F y J.M.S ingresaron a una oficina en la que la víctima trabajaba y realizaba operaciones de cambio de dinero.
Llegaron al lugar en dos camionetas, una de ellas conducido por M.F.L, quien aguardó en el vehículo. Para el fiscal, el papel desempeñado por este último fue fundamental en el desarrollo del plan: a partir de una relación de confianza previa, fue quien le presentó a Auer a uno de los acusados, G.C, quien simuló estar interesado en una operación de compra-venta de divisas.
Mientras M.F.L aguardó en la camioneta, G.C, J.A.F y J.M.S desempeñaron cada uno un rol determinado en el plan: G.C continuó con un personaje ideado días atrás, cuando conoció a la víctima, utilizando un bastón, lentes de lectura y una boina; J.A.F se colocó un parche en el ojo y lentes y, en una mochila, transportó un inhibidor de alarmas; y finalmente, J.M.S llegó vestido con un traje oscuro y lentes de sol.
Al momento en que G.C se anunció y la víctima le habilitó el paso, los otros dos también ingresaron. El fiscal García relató que los tres subieron por el ascensor, pero sólo G.C llegó al piso de la oficina, ya que los otros dos descendieron en la planta anterior y aguardaron en la escalera hasta que Auer le abrió a G.C. En ese lapso, J.A.F acondicionó el inhibidor de alarmas y J.M.S sacó un arma, calibre 40, y la preparó para disparar. Cuando Auer habilitó el paso a G.C y notó que los dos restantes lo abordaban, intentó sacar un arma que portaba, pero J.M.S le efectuó los dos disparos que lo dejaron gravemente herido y que determinaron su muerte días después, el 4 de noviembre.
Tras los disparos, todos escaparon en los vehículos en los que habían llegado y desplegaron el plan de fuga de dos de los imputados, que incluyó viajes a Viedma, Buenos Aires y Mendoza y cambios de teléfonos.
“Con toda la prueba vamos a solicitarles un veredicto de culpabilidad”, planteó el fiscal jefe ante el jurado popular.
Para que los acusados sean declarados culpables, se requieren al menos ocho votos de los doce titulares del jurado popular. En caso de que los votos sean menos, el veredicto será de no culpabilidad.
El fiscal jefe estuvo acompañado por la asistente letrada Guadalupe Inaudi.