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La vicepresidenta de la Nación es seguida con atención desde la Casa Rosada. En los últimos meses pasó por Jujuy, Salta, Catamarca, Santa Fe y este finde estuvo en Misiones. Además adelantó que tiene previsto aterrizar en San Juan, Chubut, Santa Cruz y Neuquén.

La rutina, que comenzó en el verano con la visita al festival de Jesús María, cuando “Peteco” Carabajal pidió “tranquilos que no ha llegado nadie”, se repite.

Luego de ese “tropiezo” se diagramó una rutina prolija y alejada de controversias. Es decir, llegar a una fiesta popular con arraigo en la población local, caminatas entre la gente para mostrar acercamiento, vestimenta adecuada a cada ocasión exaltando el campo, enormes cantidades de fotos, prensa local agradeciendo la hospitalidad y marcando su sentir “nacionalista y patriótico”.

Escenario de campaña, sin dudas. Y con presencia propia, es decir desligada del presidente Javier Milei, despegada de su figura controversial y de dialéctica pirotécnica. No, justamente la figura contraria: amigable, cercana y componedora.

En el entorno presidencial toman nota. “Nosotros no movemos más el avión y ella vive viajando. Nos quema”, aseguran y remarcan que “son todos gastos y viáticos que paga el Congreso. Esa la ponemos entre todos y va con la nuestra”, objetan.

Villarruel, en tanto, aumenta la apuesta y agita las redes sociales: “Quiero estar en todas las provincias de nuestro país y que al fin de estos cuatro años todo el mundo pueda decir que recibió la visita de la vicepresidente de la Nación”, asegura.