Argentina formalizó un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) bajo la Facilidad Extendida (EFF) por un monto de 20.000 millones de dólares a 48 meses. El objetivo central de este programa es fortalecer las reservas del Banco Central (BCRA), flexibilizar el régimen cambiario y sanear su balance. Una meta clave impuesta por el organismo multilateral es la acumulación de 5.000 millones de dólares en reservas netas para junio de 2025, dentro de un objetivo anual de 8.900 millones de dólares, revirtiendo un déficit inicial de 9.500 millones de dólares.
Para alcanzar estas metas, el FMI ha permitido, de manera flexible, que Argentina recurra a acuerdos de recompra (repos) y a la emisión de deuda. Esta estrategia es priorizada por el Gobierno para evitar compras directas de dólares en el mercado cambiario dentro de la banda establecida ($1.000 - $1.400), interviniendo únicamente si el tipo de cambio toca el límite inferior de $1.000, tal como lo afirmó el Presidente. Si bien esta dependencia de la deuda posibilita mantener el tipo de cambio relativamente estable, generando una sensación de "dormir" el dólar mientras se cumplen las exigencias del FMI, plantea interrogantes sobre la sostenibilidad financiera en un contexto macroeconómico exigente.
El acuerdo se puso en marcha con un desembolso inicial de 12.000 millones de dólares, lo que elevó las reservas brutas del BCRA a 36.799 millones de dólares al 15 de abril, marcando el nivel más alto en los últimos dos años. A este monto se sumaron 1.500 millones de dólares provenientes de organismos multilaterales como el Banco Mundial y el BID, y un acuerdo de recompra (repo) por 2.000 millones de dólares con bancos privados, según informó el ministro de Economía, Luis Caputo. Federico Furiase, director del BCRA, confirmó que este repo, en la etapa final de negociación, robustece las reservas y brinda credibilidad al esquema de bandas cambiarias, calificando los 15.500 millones de dólares iniciales (FMI y multilaterales) más el repo como una “potencia de fuego” para estabilizar la economía. Para el mes de junio, se esperan ingresos adicionales por 4.100 millones de dólares (2.000 millones del FMI y 2.100 millones de otras entidades), y otros 3.500 millones de dólares en el segundo semestre del año. No obstante, el principal desafío radica en las reservas netas, que se encontraban en un terreno negativo de 9.500 millones de dólares antes del acuerdo, y la estrategia de endeudamiento busca compensar la limitada acumulación orgánica de divisas.
La Banda Cambiaria, el Dólar de Reserva y la Expectativa
La estrategia de recurrir a la deuda permite al Gobierno evitar la intervención en el mercado cambiario dentro de la banda establecida, en consonancia con la postura del Presidente Milei de solo comprar dólares si el tipo de cambio desciende a $1.000. Con el tipo de cambio oficial aún en $1.095, esta decisión postergaría las compras de divisas, manteniendo el dólar relativamente estable o "dormido" dentro de la banda.
Esta táctica reduce la presión sobre el BCRA para acumular reservas de manera orgánica, ya que los repos y la potencial emisión de bonos proporcionan los dólares necesarios para cumplir con las metas del FMI. Sin embargo, esta estrategia está intrínsecamente ligada a la capacidad del Gobierno para gestionar nuevas obligaciones financieras.
El FMI ha fijado metas trimestrales específicas para las reservas netas en 2025: 2.387 millones de dólares al 31 de marzo, 3.061 millones de dólares al 30 de junio, 4.726 millones de dólares al 30 de septiembre y 5.173 millones de dólares al 31 de diciembre, con un objetivo anual ajustado de 4.000 millones de dólares. El organismo proyecta reservas brutas de 47.700 millones de dólares para finales de 2025, en contraste con los 22.603 millones de dólares registrados en 2024. Sin embargo, la dependencia de la deuda introduce riesgos significativos si el tipo de cambio no se alinea con las necesidades de acumulación a largo plazo.
Los acuerdos de recompra (repos), como el de 2.000 millones de dólares negociado con bancos privados, son préstamos a corto plazo respaldados por activos, generalmente bonos soberanos, que el BCRA se compromete a recomprar. Federico Furiase enfatizó que esta operación fortalece la cobertura de pesos con reservas, diferenciándose de programas anteriores que financiaban déficits fiscales. A pesar de esto, los repos incrementan las obligaciones financieras del BCRA y dependen de la confianza de los acreedores en la capacidad de Argentina para cumplir con sus compromisos.
La emisión de deuda, otra herramienta permitida por el FMI, implica la colocación de bonos en mercados internacionales o domésticos. Sin embargo, las condiciones globales actuales, marcadas por tensiones comerciales y los aranceles impuestos por la administración Trump, reducen la demanda de activos argentinos. La emisión de deuda en pesos podría generar un aumento en las tasas de interés y complicar la refinanciación futura. Al recurrir a estas opciones, el Gobierno puede lograr una estabilización del tipo de cambio sin una intervención directa significativa del BCRA, pero esto se realiza a expensas de una mayor carga financiera que podría tensar el balance del banco central a mediano plazo.
El FMI ha impuesto condiciones estrictas para respaldar esta estrategia. El BCRA tiene prohibido financiar al Tesoro, lo que limita su rol en el mercado cambiario a la acumulación de reservas, implicando un marco monetario basado en el control de agregados monetarios y tasas de interés reales positivas. El organismo exige una política cambiaria más flexible, con la eliminación gradual de los controles de cambio para alinear el tipo de cambio con los fundamentos económicos y apoyar la desinflación. La estrategia de "dormir" el tipo de cambio, facilitada por la deuda, podría generar tensiones con estas demandas si el tipo de cambio no refleja las necesidades económicas reales, desincentivando las exportaciones. Adicionalmente, el acuerdo obliga a la recompra de Letras Intransferibles del Tesoro en poder del BCRA, valuadas en 23.561 millones de dólares (valor nominal de 69.363 millones de dólares), lo que implica convertir deuda interna en externa, agravando la carga financiera sin una reducción significativa del endeudamiento total.
El FMI y la Política Fiscal y Monetaria
La disciplina fiscal, con un superávit primario obligatorio del 1,3% del PBI en 2025 (equivalente a 10,52 billones de pesos a fin de año), busca reducir la presión sobre el mercado cambiario. Sin embargo, la estabilidad artificial del tipo de cambio podría desincentivar a los exportadores, quienes enfrentarían un dólar menos competitivo, afectando la oferta de divisas. El FMI exige una cobertura del 95% de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y la Tarjeta Alimentar para proteger a los sectores más vulnerables, pero el aumento de la deuda plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de estas políticas a largo plazo.
El contexto global actual, marcado por disputas comerciales y un creciente proteccionismo por parte de Estados Unidos, encarece el financiamiento internacional. A pesar de que el riesgo país ha experimentado una disminución, aún se mantiene en niveles elevados. El FMI proyecta superávits comerciales anuales de entre 5.000 y 10.000 millones de dólares en reservas a mediano plazo, pero la persistente inflación y la incertidumbre global podrían frenar este impulso.
Las metas de reservas establecidas están sujetas a revisiones trimestrales en junio, septiembre y diciembre de 2025, y marzo de 2026, con desembolsos de 700 millones de dólares previstos en cada una de las siete revisiones hasta 2029. El incumplimiento de estas metas podría acarrear la suspensión de los desembolsos, generando una presión adicional sobre las reservas y el tipo de cambio. Históricamente, Argentina ha enfrentado dificultades para cumplir con las metas de reservas acordadas con el FMI. En 2023, bajo el gobierno de Alberto Fernández, el incumplimiento se atribuyó a la sequía, mientras que en 2024, la administración de Javier Milei superó las metas fiscales pero no las de reservas netas. El economista Orlando Ferreres advirtió que un tipo de cambio "dormido" podría resultar "inconveniente" si desincentiva las exportaciones, complicando la acumulación orgánica de reservas y reforzando la dependencia de la deuda como principal herramienta para cumplir con las exigencias del FMI.