Puede ser una imagen de una persona

(TN publicó una nota con el músico este sábado donde el cutralquense habló de todos los temas. La reproducimos completa. Fuente: TN -sección La Viola)
Estuvo preso, pasó un año en una clínica de rehabilitación y la música lo rescató en su peor momento. “Les muestro dónde estaba y dónde se puede llegar”, dice sobre los talleres que da en los penales.

Lucas Darío Giménez nació el 5 de junio de 1990 en Cutral Co, provincia de Neuquén, donde coleccionó más vivencias de las que puede recordar. Estuvo preso “un par de veces pero pocos días” y pasó un año internado por su adicción a las drogas. Pero la música terminó funcionando como un cable a tierra que lo llevó a ser Homer El Mero Mero, un rapero emblema dentro de la industria nacional que, además de recorrer el mundo con el hip-hop, enseña en las cárceles para “ayudar a que los pibes cambien su dura historia como lo hice yo”.

Con conocimiento de causa, Homer El Mero Mero dice que “estar preso es estar muerto en vida” pero al mismo tiempo confiesa que el primer tramo del tratamiento de rehabilitación, cuando tenía 22 años y dos hijas, “fue peor que la cárcel”. Como no lo dejaban escuchar la música que le gustaba, allí empezó escribir canciones. “Nunca dejé de consumir pero el tratamiento me sirvió un montón”, admite.

Homer El Mero Mero: el golpe que le cambió la vida

Llevaba casi 11 meses internado cuando recibió “el golpe más duro” de su vida. Su padre, quien le había inculcado la pasión por la música recorriendo la provincia al ritmo de zambas y chacareras, había muerto. “Mi viejo era todo, mi sostén, él me ayudaba con mis nenas”, cuenta Homer El Mero Mero, quien al poco tiempo abandonó la clínica de rehabilitación para ayudar a su mamá.
“Estuve un tiempo re bien, pero no encontraba la forma de generar buena guita por derecha. Entonces, volví a delinquir, empecé a hacer cagadas otra vez, me junté con otro amigo de antes, me puse peor que cuando me fui a internar, pero tres veces peor. Con el dolor por lo de mi viejo, ya no me importaba nada”, relata.

Homer El Mero Mero: sus inicios en el freestyle

Y fue ahí, en la etapa más oscura, donde aparecieron las rimas y asomó una luz: Troca, su hermano, lo llevó a las batallas de gallos y se generó un flechazo con el freestyle. “Desde ese entonces no paré de escribir letras sobre cosas que me pasan. Ya me gustaba mucho la poesía, leía bastante a Paulo Coelho y a Pablo Neruda”, dice quien se define como “el poeta de los cachivaches”.
A medida que pasaba el tiempo, se daba cuenta de que mejoraba. Y empezó a competir. Primero en Cutral Co, después en Neuquén Capital, y fue en uno de esos torneos patagónicos que conoció a C.R.O., como se conoce a Tomás Manuel Campos.

Batallaron entre sí, se hicieron amigos, comenzaron a participar en competencias de duplas y así, en 2013, nació Bardero$, una banda que con su boombap rompió los moldes de la provincia y en 2016 llegó a Buenos Aires, donde generó una revolución dentro del sonido callejero argentino además de hacerse hincha fanático de Lanús.

Homer El Mero Mero: además de rapero, actor, escritor y tallerista en cárceles

Entre millones de reproducciones en YouTube, shows agotados por todo el país y giras internacionales, Homer El Mero Mero protagonizó la película Panash, un drama musical que se estrenó el año pasado y reunió a varios de los artistas del hip-hop local como Sony, Trueno, Dani, Stuart, entre otros. “Mi sueño era actuar. Estoy muy orgulloso de la imagen que dejé en mi familia, con la cual logramos revertir situaciones de mucha tristeza”, refleja quien además está escribiendo un libro autobiográfico.

Y ese camino de redención lo llevó nuevamente a los pabellones pero en este caso para dar talleres de rap. Armó el proyecto con su manager, lo presentó al Estado y empezó: primero en el penal de José León Suárez, después en Ezeiza.

“Les muestro con el ejemplo dónde estaba yo y hasta dónde se puede llegar con mucho trabajo y dedicación, siempre haciendo las cosas con amor, pero sobre todo con mucha fe en uno mismo”, explica el músico, actor, escritor y tallerista: “Lucas, un pibe normal que todo el tiempo ve a Dios y al Diablo”.